La consagración del espacio


por Paul Pfister – Zúrich, 2004
Restaurador Museo de Arte, Zúrich

 

!Cómo realizar un comentario sobre una pintura que, de atrevernos a contemplarla, produce la sensación de que un torbellino nos absorve! Recién liberados de la pesadilla, sabemos de espacios que se retraen y contraen inexorablemente. !Sin embargo aquí sucede lo contrario! En el interior del espacio delimitado por el marco del cuadro, se nos abren vastedades hasta ahora insospechadas, si bien a primera vista se tenga la impresión que éstas se ciñen a lo objetivo. – Qué ha sucedido? Pues que hemos hallado la obra pictórica de Mario Pérez.

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Mario Pérez


por Peter Nathan - Zurich, 1996
Galerista y coleccionista

 

Colombia es una tierra que a nosotros, enraizados en la vieja Europa, nos entrega nuevos conocimientos y un sentimiento de vida desconocido. Unidos por fortuna de manera familiar con ésta tierra y en calidad de viajeros de largo aliento y trotamundos, hemos tenido la oportunidad de profundizar en su espíritu y en su ritmo de vida.

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Presencias Naturales


por Mauricio Cruz– Bogotá, 2011


Sin más intermediarios que las pinturas de su padre, Mario comenzó por ver lo que había entre las constelaciones y las piedras, el paisaje familiar que conoce muy bien su paleta: la escritura evanescente de las nubes, la complicidad de los árboles y el viento, el aspecto concreto, el color, la secreta relación entre las cosas, el juego cambiante de la luz sobre la rugosidad de las montañas, la emotividad de los efectos atmosféricos, y el tiempo que regresa, como el agua, circular, siempre renovado. Es decir, el espectáculo del mundo, y sin gente. Como el poeta, siempre vio el paraiso ( o prefirió verlo ), a diferencia de pintores como Lucien Freud que prefirió ver el cuerpo desnudo ( o no pudo evitarlo ) marcado con todos los enigmas y tragedias de lo humano.

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Elogio del horizonte


„Solo por el arte se desvela el sentido para la naturaleza“ Carl Gustav Carus


Colombia debe ser un país espacioso, con un horizonte extendido y un cielo grande, fuerte y alto. De vez en cuando hay nubes que esconden el sol. Cuando las nubes yacen pesadas sobre el paisaje, parece anunciarse la lluvia. Hay montañas, tal vez no muy elevadas, más bien llanas, que separan el cielo de la tierra. Uno puede husmear el paisaje, oír ruidos. Uno podría caminar por horas y no encontrar a nadie. Solamente vivir el cambio de las horas del día y de las estaciones del año, mirando el cielo nocturno, vivir la salida del sol, huir de una tormenta. Es así entonces en los Andes, en los alrededores de Villa de Leyva, a 2143 metros sobre el nivel delmar. ¿Es que ya estuve en Colombia, en este país sobre el cual leía ante todo en la prensa?

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